Es él.
El compañero traidor que le delata, por pura envidia, cuando toma un merecido descanso
Es él
El policía que le detiene, utilizando la porra sin contemplaciones, si osa implorar una tregua.
Es él.
El juez que le condena, golpeando el estrado con una maza polifónica, a asumir responsabilidades que no le pertocan.
Es él.
El verdugo que, sin perder la sonrisa, le decapita el libre albedrío.
Es él.
Aplástelo.Maldígalo y Destrózelo. No muestre piedad alguna pues él jamás la mostró por usted.
Lo haría si no necesitara de su servicio, por ahora es así pero al tiempo... a los Dioses del Olimpo pongo por testigos que algún día le aplastaré con mis propias manos.
ResponderEliminarCompañero traidor, sin lugar a dudas... i ultimamente más que nunca.
ResponderEliminarYo de pequeño reventé uno. Pocas veces he sido tan feliz, aunque ahora me arrepiento porque desde que me quedé sin él no he sido capaz de despertarme con despertador.
ResponderEliminarEl caso es que se lo merecía el hijo de puta.