Que Salvador Dalí fue un genio, lo opinan muchos, que fue un tio raro, lo reconoce cualquiera. De su figura todavía perduran con fuerza muchos conceptos; genio, artista, pintor, surrealista , y en menor escala, excéntrico. Pero por alguna razón, la imagen del Dalí violador de gallinas decapitadas está anestesiada en el imaginario colectivo. No en pocas entrevistas a sus amigos más cercanos, y a los conocidos más lejanos, se ha hablado del curioso hobby del pintor. Follarte una gallina mientras la decapitan, para que los espasmos del animal te retuerzan el miembro viril, es algo bastante fuerte, como mínimo muy curioso, no pasa precisamente desapercibido en el apartado “Otros Datos” de un currículum ¿no?. A Dalí se le considera un simpático excéntrico, pero una cosa es llevar un divertido bigote para llamar la atención, y otra combinar la zoofilia con la necrofilia. Pero no pasa nada, dentro de unos años, la anecdota de las gallinas se quedará en leyenda urbana y terminará por desaparecer. El mundo ha matado la faceta enfermiza de Dalí en favor de su genio y la calidad indiscutible de su obra, y mi me parece estupendo, oiga. No critico la figura de Dalí, la envidio. Quién pudiera ocultar su demencia tras la alargada sombra del talento. Quién fuera Dalí.
Semejante pájaro estaba hecho, seguramente consiguíó su objetivo ser además de loco que lo admirasen por eso.
ResponderEliminarPintor genuino, pero no más que chiflado. ¿será algo común entre ese tipo de seres cuasi únicos?