El boleto de Schrödinger

Hace unos días compré, por primera vez en mi vida, un boleto de lotería. Siempre había tenido la esperanza de hacerme rico de un modo u otro, y que jugar a la lotería nunca tendría nada que ver. Aun así, la envidia que me provoca la gente que sale por la tele, celebrando su reciente fortuna, danzando y gritando como dementes, me animó a entrar, aunque fuera por una vez, en esta curiosa secta que són los juegos de azar.Compré un boleto al azar, valga la redundancia, y me lo metí en el bolsillo. Me olvidé de él completamente. Al día siguiente, al despertar, lo encontré en el bolsillo mientras me ponía los pantalones. Me quedé un buen rato sentado en la cama, en calzoncillos y con unos pantalones en una mano y un boleto arrugado en la otra. Durante ese tiempo fui millonario y pobre al mismo tiempo. Hasta que no decidiera levantarme y comprobar si mi número había sido premiado. Era el ganador y no lo era al mismo tiempo. Ya que en parte era rico, decidí saborear el momento. Me imaginé a mi mismo con una cantidad obscena de dinero; cómo gastaría una gran parte en vicios; cómo conseguiría cumplir mis más oscuras fantasías, siempre con un pseudónimo de por medio; y cómo donaría una pequeña parte a beneficencia, remarcando mi nombre y apellidos. Finalmente, me levanté de la cama y me dirigí al salón. Allí, en calzoncillos, comprové que mi boleto no había sido premiado, y volví a ser pobre y normal. Mientras rompía el boleto en mil pedazos pensé en el asco que me da la física cuántica, y en lo irónico que resulta que entre las mil realidades distintas que existen en cada situación, a mi, me toque protagonizar siempre la más repugnante.

4 comentarios:

  1. Pero y lo bien que lo pasaste mientras soñabas.
    De ilusiones no se come pero colorean la realidad.

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  2. Quizás.Pero eso no lo diga por Somalia.

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  3. Cuando subimos muy arriba tendemos a caer demasiado deprisa. La nube se disipa y ¡púm!, volvemos a la absurda realidad.

    Quédome por aquí, si a usted no le importuna.

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  4. Pues que las nubes dispensen paracaídas, o se mantengan a la altura de un entresuelo.

    Mientras se quite los zapatos antes de entrar, por mi no hay problema.

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