El ritual de cortejo de las esponjas arcanas
Las esponjas arcanas nacen, bueno, mejor dicho, se despiertan, en el fondo del océano más lúgubre y pútrido del universo. Uno como los que hay en la tierra, aunque algo más limpio. Su primer deseo, y acción, es intentar copular. Algunos osados, asombrados por semejante demostración de inteligencia, creen que las esponjas, merecen, por méritos propios, ser consideradas como la cúspide evolutiva del universo. Quizás esos entrometidos tengan razón, pero estamos aquí para ser meros narradores de la vida de las esponjas arcanas, y no para lamerles el culo. Las esponjas, después de despertar y ponerse cachondas, empiezan su viaje submarino hacia la cueva arcana del fornicio, donde, se supone, les esperan las hembras para dar sentido al nombre de la cueva. La cueva arcana del fornicio, como todos los picaderos, esta en el extremo opuesto de su hogar. Las esponjas se embarcan en un agotador y peligroso viaje donde la mayoría de ellas muere por las múltiples dificultades de la travesía. Las pocas que logran sobrevivir suelen estar demasiado mutiladas como para tener ganas de invitar a las hembras a unas copas, y desisten a medio viaje. Se condenan así a una vida evocada a la masturbación, pero a cambio pueden optar a una pensión por discapacidad. El reducido grupo de esponjas, de héroes, que llega a la cueva del fornicio de una pieza ,y con la libido suficiente, se sumerge en sus profundidades sin echar la vista atrás. Al final de la cueva, se encuentran con un enorme cartel que reza : Sois hermafroditas, imbéciles. Después de semejante batacazo, las esponjas, habidas de sexo convencional, y en lugar de regresar al hogar para avisar a las nuevas generaciones sobre esta grotesca broma, empiezan una peregrinación en masa hacia los baños públicos más cercanos. Privadas del gozo de la copula en pareja, se conforman con el vouyearismo ocasional, aunque deban observar a otra especie, los ejemplares de la cual , ya sea por ignorancia o simple buena educación, no parece importarles la grotesca facilidad con la que las esponjas, condenadas al onanismo perpetuo, aprovechan para humedecerse a la menor ocasión .
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A partir de esta entrada la relación con mi esponja va a cambiar mucho.
ResponderEliminarmuy mal muchas maldiciones!
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