La prestidigitación


Atenta. Va a empezar la gran estafa, justo ahora. Te invitaría a tomar asiento, pero no hay tiempo ni butacas. Tiene que hacerse rápido, mientras las mentiras estén todavía frescas, antes que pierdan las vitaminas. En el primer acto te juraré que soy un hombre nuevo, superior, y tu me creerás, y no mencionarás que ni siquiera me he cambiado de peinado. Luego, en el intermedio, te mostraré los mil motivos inventados que me convierten en la mejor de las opciones, y te convenceré que estoy dos pasos por delante de cualquiera. Mientras hablo, lanzaré petardos por el escenario para distraerte. Prestarás atención a la pirotecnia e ignorarás las quejas y los gritos de dolor de tu acompañante, mientras los de seguridad le echan del recinto a porrazos. En el acto final, asentirás convencida, y me abrazarás casi como si lo hicieras por voluntad propia, casi como si no notaras los hilos del titiritero pellizcándote la blusa.
Tan solo, un día, despertarás a mi lado, sin bragas. No sabrás cómo ni cuándo, y lo mejor es que no habrá cloroformo de por medio. Será todo lo feo que quieras, pero es cierto: no existe público más adecuado para un ilusionista que aquel que padece miopía.

1 comentario:

  1. Soy mujer y casi tan miope como para no haber visto las marcas de otros besos en los labios.
    Tan falta de olfato como para no haber olido otro perfume en su camisa.
    Tan sorda como para no escuchar los reclamos a traves del teléfono.

    Quizás haya cambios, pirotecnias, es más hasta cloroforme, el problema no es aceptarte y que intentes de nuevo mentirme. El gran problema es que la que ha cambiado soy yo

    ResponderEliminar