No es que
sea un hombre malvado por elección, es que lo maligno forma parte de él como si
se tratara de un tercer pulmón. Pero por fin, tras años de esfuerzo y medicación, ha
conseguido mantener su maldad innata a raya, ha conseguido amortiguarla a base
de montañas de fármacos y terapia.
Las pastillas
azules le alejan de los grandes actos de vandalismo. Las pastillas rojas le inducen
a felicitar a completos desconocidos por su cumpleaños. Las pastillas verdes le
obligan a utilizar ropa interior y abrocharse la bragueta. Y aunque la
ciencia médica haya logrado mitigar su vil aflicción, esta nunca ha llegado a
desaparecer por completo.
No importa
lo drogado que esté, un magnetismo extraño le empuja a no utilizar nunca posas
vasos y a cruzar todos los semáforos en ámbar. Es la maldad adormilada la que
le susurra que no se limpie los zapatos en los felpudos, la que le convence
para que haga chistes de pelirrojos y zurdos
El
anticristo somnoliento que habita en su interior le tienta para que incendie el
Amazonas, pero él se contenta con tirar envases de plástico al contenedor de
restos orgánicos. Es tan solo gracias a su enorme fuerza de voluntad y su
descomunal frasco de pastillas multicolores que puede respetar las señales de
tráfico y tolerar el acento francés.
Bon resum del canvi de bates negres per bates blanques.
ResponderEliminar¿Para cuando un nuevo post?
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