Si algo aprende uno tras vivir durante siglos engominado y
durmiendo de día dentro de ataúdes y vistiéndose permanentemente con una capa
ridícula, es que solo una estaca saca otra estaca. Un dolor solo puede menguar
con la aparición de un dolor nuevo y mayor. Por eso Van Helsing me persigue como un verdadero acosador por
los castillos medievales de todo el continente, porque su prometida lo abandonó por
un monstruo enorme y medio retrasado recién resucitado por no sé qué doctor. Claro, está soltero
y apenado, y ahora ya solo le mueve el deseo irrefrenable de alcanzar un sentimiento de culpabilidad tan grande como
para eclipsar el recuerdo de su amada. Y aquí es donde recibo yo, porque todo el mundo
sabe que hay pocas cosas que siembren más tinieblas en el corazón de un hombre
que la caza furtiva de animales exóticos.
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