La encriptación


Está demostrado científicamente que una bofetada se recuerda entre una y veinte mil veces más que una caricia. Es precisamente por eso que no existe contraseña más indescifrable que la que se inventa uno para recordar una fecha fatídica. Tan solo céntrate en tu último día horrible y serás capaz de parir la contraseña más rebuscada de la historia. Tú solamente piensa en lo más traumático que hayas vivido y tu mente hará el resto. Quizás multipliques el número del día en el que ocurrió tu pequeña tragedia griega con las docenas de personas con las que te cruzaste por la calle, y eso lo dividas por las veces que pestañeaste antes de bostezar. No importa. Quizás escojas la tercera palabra que dijiste en voz alta ese día y la combines con las coordenadas del sexto país en guerra que mencionaron en las noticias del mediodía. No te preocupes. Tú no crees recordar tantos detalles absurdos, pero tu mente sí. Tu mente herida lo recuerda todo por estúpido que sea. Tan solo concéntrate en la pena y el asco y  te aseguró que vomitarás la combinación de cifras y letras más inexpugnable que el mundo jamás ha conocido.
Tanto es así que las empresas expertas en seguridad nacional solo contratan tipos grises y ofuscados para que se encarguen de la encriptación de los secretos de estado. Es cierto. Si quieres conseguir un empleo en los servicios de inteligencia de alguna organización gubernamental olvídate de aprender siete idiomas y cíñete a este sencillo guion. Di “ayer atropellaron a mi mascota” y el trabajo será tuyo. Durante la entrevista no menciones tus aspiraciones y compromisos para con la empresa, tan solo di “me he divorciado siete veces” y te ascenderán antes de que finalice la semana.

1 comentario:

  1. Reflexión ciertisima. Aunque no creo que laboralmente hablando...o almenos noi en todas partes XD

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