La intervención


Hola. Buenos días. Bienvenida. Soy su nuevo médico. Sí, tranquila, lo sé. Su operación estaba prevista para hace meses. Pero verá, el comité descubrió que el hasta entonces médico a cargo, el Doctor Chang, carecía de título universitario. Así que soltaron la ya famosa excusa de los recortes sanitarios, y pospusieron su caso hasta encontrar a otro médico con un título mejor falsificado. La han mantenido sedada hasta que he firmado el contrato, hace apenas cinco minutos. Sí, no se preocupe, le han ido cambiando los pañales con regularidad. Bien, ahora le explicaré en que consistirá la intervención que le vamos a practicar y por la que usted a pagado una pequeña fortuna y ha pasado casi medio año dormida cagándose encima.

Primero la induciremos a una soledad moderada y controlada, para allanar el camino de ahí dónde queremos llegar. Le bloquearemos toda la agenda de contactos, tanto de móvil como de redes sociales. Durante meses no recibirá otro mensaje que no sea spam, y con el tiempo, le quitaremos incluso eso. Sobornaremos a los pocos que se atrevan a acercarse a usted, e intentaremos por todos los medios que las señoras mayores que vuelven de la compra se cambien de acera nada más verla. También soltaremos unos cuantos gatos callejeros por todas las habitaciones en las que esté, para que su subconsciente los acepte como parte indisoluble de su nuevo ecosistema solitario. Todas las canciones las creerá baladas, y todas las películas porno, tragédias griegas. Quizás añadamos a todo eso un hilo musical de armónicas, o de violines desafinados, pero eso todavía lo estamos estudiando. Utilizaremos la soledad de igual modo que los cirujanos acreditados utilizan la anestesia, nos valdremos de ella para actuar sin distracciones, para extirpar lo maligno sin tener que escuchar a su síndrome de Estocolmo suplicando piedad.

Una vez esté acostumbrada a comer de sobre y a ahorrar en desodorante, mutilaremos parte de su serenidad. Cortaremos de aquí a ahí. ¿Qué? No, he dicho de aquí a ahí, ¿ahora aparte de triste está ciega?. Bueno, como decía, cortaremos en seco y lo haremos antes de que el sosiego se asente en su columna de manera mortal y definitiva. Finalmente, cuando sienta un ardor perpetuo en el estomago, le extirparemos una pequeño pedazo de resolución y lo substituirémos por esta gloriosa prótesis de ansiedad crónica y silicona. En resumen, la dejaremos bajo mínimos, y lo haremos para evitar recelos, para que no desentone con el resto del vecindario. La enterraremos viva para que luego, cuando despierte de la anestesia, ya solo pueda ir hacía arriba. Y entonces cualquier estúpido e insignificante logro personal, como puede ser el de escarbar por una simple bocanada de aire, le parecerá la mayor de las hazañas.

4 comentarios:

  1. Eso necesito yo, que me corten toda.

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  2. Me resulta tan familiar este post que me da un poco de miedo ponerme a pensar un poco en ello.

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  3. Aunque para todo este tratamiento ya me valgo yo solita y mi entorno, he decidido cambiar de médicos, cambiar de mundo si eso fuese necesario...
    La soledad ya está instalada en mi vida, pero voy a curanderos que me explicaron que bien llevada incluso puede ser productiva.
    La ansiedad, la depresión y la falta de esperanza las combato con otros como el entusiasmo, la positividad y el porque no voy a ser yo la clienta 1.000.000 y me va a tocar en suerte algo mejor.

    Decidí que no quiero ser de este mundo limitado a la percepción de los sentidos, y opté por una guerra alternativa, que viene de dentro de mi y acaba en mi...

    "la sabiduría no viene de la razón sino del amor"
    André Guide

    Ese médico no quiero saber ni donde tiene su pseudoconsulta.

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  4. Yo me voy a hacer curandera, no se necesita titulo y se hace lo mismo.

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