El equilibrio

 
 
Si constantemente perpetro vilezas menores no es tanto por maldad como por justicia poética. En mi caso, la pillería se asemeja más a un deber moral que a una pataleta. Y es que cuando intento reconquistar sin éxito a mi expareja, me veo obligado a arrojar los envases de plástico al contenedor de materia orgánica. Y así. Si llueve y no llevo paraguas, no utilizo posavasos por lo que reste de día y cruzo todos los semáforos que encuentro en ámbar. Y así. Porque una ofensa solo se compensa cuando ha sido vengada, por patética que sea la venganza aplicada.  Si alguien no me da los buenos días al cruzarse conmigo, esa misma noche me bañaré en lugar de ducharme y dejaré el televisor encendido durante toda la noche. Y así hasta que el infame equilibrio de la vida quede restaurado.

2 comentarios:

  1. incluso para vengarse hay que tener cierto don.

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  2. No se si el equilibrio de la vida quedará restaurado, pero el tuyo creo que almenos un poco tocado...

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